Situado en un entorno rural de San Miguel, y una parcela básicamente ortogonal, se pretende romper con las alineaciones marcadas por los retranqueos que propone el PGO. Inspirados en las formaciones rocosas del barranco cercano, se fragmenta la vivienda a modo de tres grandes rocas de diferentes dimensiones. Así, cocina, salón y dormitorios quedan divididos por grietas de vidrio que permiten el paso de luz cenital entre las distintas piezas. La zona húmeda y fija se sitúa a norte-este para proteger a la vivienda del frío y de los vientos dominantes, abriéndose de esta manera al sur y a las zonas ajardinadas. Así mismo el acceso al garaje se plantea a norte para evitar su ocupación en las áreas al aire libre, ligadas al recorrido solar y a la estancias de la vivienda. La edificación se reviste con piedra puzolana para buscar una mayor integración con los bancales que definen las fincas agrícolas del municipio.